jueves, 19 de enero de 2012

Encuentro

A una noche que se promete mortal, finalista, se enfrenta. El frío que acompaña al viento insiste en penetrar su piel, violando cualquier rastro de calor corporal. El frío juega al mismo son que la oscuridad. La lluvia que golpea el cosmos al unísono no es mas que otro jugador añadido a la conspiración. Una conspiración que comienza a ser una amenaza para su tenue existencia. Resistiendo. Caminando, avanza. Busca algo que cambie las claves del juego, el guión de la escena dramática, el compás del réquiem. Como la divinidad mas absoluta se presento ante el. Surcó toda la existencia en pos de la tierra roída por el frío y violo la misma con el calor de un padre celestial. El impacto le precipito hacia el suelo. El dolor sustituyo al frío. Todo su cuerpo temblaba por la sensación súbita e inesperada del extraño existente. Pero otra sensación también le acompañaba desde el mismo momento del impacto, una sensación familiar. Calor. La cicatriz de lo divino en la faz del mundo ardía. En el interior del surco divino una fuerza flamígera y misteriosa para el ente vivificaba la existencia. Se alzaba hacia el origen de los dioses coqueteando con los colores del sol y resistiendo como él a a la lluvia fría. El éxtasis del hallazgo trasmuto la existencia en su esencia. Incomprensible a la razón, superior a lo posible, extraño por defecto. Era lo divino en forma. Se acerco acechando a la onda sagrada e intento entablar contacto. El calor se hizo insoportable. Se apartó y contemplo el fenómeno d. El hombre había encontrado al fuego.


En algún lugar las aves comenzaban un festín eterno en las entrañas de un dios olvidado